Vivir aún Desde la Misma Banca nos Niega los Nuevos Horizontes

      Si hay algo equiparable o semejante a la felicidad, eso es la diversión. Con la diversión podemos descubrir nuevas formas para entender lo que nos rodea. Evidentemente, no hablo de diversión como cuando se habla de pasar un tiempo agradable, sino que hablo de diversión como antónimo de aburrición. Pero, ¿qué es aburrición? No podemos concebir la aburrición como “no tener nada qué hacer” o “no ser/estar entretenido” porque nos obligaría a usar la palabra diversión bajo su definición habitual. Aburrición es desistir a incursionar nuevas formas, de tal modo que sólo la indiferencia y la resignación prevalecen. Por consiguiente, la diversión no puede ser sino el ánimo de buscar nuevas formas de entender aquello que nos rodea; esto es muy parecido a la felicidad.


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     Pero, ¿cómo se parecen la diversión a la felicidad? Analícese lo siguiente. Cuando se es feliz, ¿acaso no decimos que algo ha cambiado y por ello estamos feliz? O, en otras ocasiones, ¿acaso no decimos que estamos feliz porque conservamos las cosas no han cambiado? Y, ¿acaso no en ambos casos (lo que necesita cambio y lo que no) depende la felicidad de buscar nuevas formas de entender el mundo? Se necesita, pues, de la diversión para ejercer la felicidad. Cambiar una situación dolorosa a una que no lo es depende de la diversión y sólo divirtiéndonos podemos buscar una nueva manera de entender cómo cambiar la situación actual.

 

“Si […] quisiésemos mejorar[nuestra situación] para ser felices, bastaría con divertirnos…”

 

      Lo mismo sucede con lo no cambiario, cuando se desea que continuemos en la misma situación de felicidad, debemos de buscar nuevas formas que nos permitan seguir siendo felices. Por ello no encontraríamos la felicidad si nos atrincherásemos en la indiferencia y la resignación, pues éstas no conceden la supervivencia de aquello que nos hace felices. Ahora, quisiese hacer unos puntos aclaratorios acerca de la diversión y su relación con la felicidad. Efectivamente la diversión se ve limitada por las mismas cosas que nosotros padecemos y sólo ejerce su fuerza en la volición, o sea, en aquello que es de nuestra volición, lo explico: Si nos encontrásemos ante una situación desagradable y quisiésemos mejorarla para ser felices, bastaría con divertirnos, o sea, con buscar una nueva forma de entender nuestro entorno y lo que pasa, pero dependerá de aquello en lo que está en nuestras manos para que se resuelva. Sería ingenuo asumir que la diversión quitará las privaciones que nos acongojan.

 

     Finalmente, la diversión también puede ser entendida como felicidad en sí. Cuando uno busca una nueva forma de entender los sucesos uno puede llegar a ser feliz si, lo que es de su felicidad es entender el mundo. Quizá suene algo tautológico o redundante, pero, ¿acaso no nos hace feliz la búsqueda de nuevas formas y el descubrimiento de nuevas maneras de ser felices?


Preguntas:

¿Qué tienen en común la diversión y la felicidad? ¿De qué manera afectaría la aburrición a la felicidad? SI la felicidad es volitiva, ¿es entonces de nosotros la posibilidad de ser felices?

¿Es necesaria la diversión para la creación de nuevas formas de entender el mundo? ¿Cómo se puede entender el mundo, si es posible, desde la diversión?








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