Negarlo es cuestionarlo
He aquí
una breve historia: Escribo seguido en negaciones. Las escribo inclusive cuando
no estoy de acuerdo en usarlas. Digo las negaciones con “no” y con “nada”, con
“nadie”, con “sin”, con “jamás”, con “nunca” y con “siempre”. Pero, ¿a qué nos
lleva tanta negación? ¿Se han percatado que la negación es reflexiva? Sí, hay algo verdaderamente mágico en una
negación, y es que negar algo regularmente implica habernos cuestionado la
afirmación de algo. “El cielo no es de caramelo” implica afirmarnos algo:
que el cielo está hecho de gases y rayos. Pero la negación, por naturaleza,
incita a tener un pensamiento dialéctico. La afirmación rara vez produce este
fenómeno puesto que afirmar algo usualmente lleva una traza de convicción. No
confundamos, claro, el uso de la negación con “negar” algo. Aquí, tanto negar
como afirmar, son prácticamente indiferenciables.
“Empecemos a negar nuestras creencias
más profundas y encontraremos que es perturbador”
Imagen de Hier
und jetzt endet leider meine Reise auf Pixabay aber en Pixabay
Observemos
lo siguiente: Escribamos en una hoja de papel una afirmación honesta, o sea,
algo que nosotros creamos que es así. Ahora escribamos en una hoja una negación
de algo, algo que creamos que no es así. ¿Ha podido notar que la afirmación que
escribió jamás la pensó como negación? ¿Ha descubierto que primero tuvo que
afirmar algo, para después negarlo? Bueno, quizá nos hemos visto coaccionados
con mi explicación precedente y quizá este experimento falla en fiabilidad,
pero intentemos de nuevo. ¿Hay algo que
usted piense en negación? ¿Hay algún pensamiento que le venga ya negado? Yo
creo que los hay, pero son raros. Por eso me fascina la negación.
La
negación también tiene otro encanto: la confrontación. Cuando negamos algo que
afirman otros, lo que verdaderamente hacemos es comparar y constatar nuestras
creencias y las de nuestros oyentes. La
negación es más aturdidora en este sentido y es capaz de provocar la duda.
El problema radica en el destierro del uso de la negación. Creo que
constrictores y estafadores se percataron del poder de la negación y se
propusieron estigmatizarla a tal grado que, en nuestros días, vivimos en el
paradigma de la afirmación como verdad, respuesta y bien.
No hace
falta negarlo todo, de hecho, con sólo negar un par de veces al día es
suficiente. Pero, ¿qué deberíamos negar? ¿cómo deberíamos negar? Empecemos a
negar nuestras creencias más profundas y encontraremos que es perturbador. De
inmediato nos percataremos que, al haber negado, negamos a la negación, nos
resistimos a negar: ¡Y nos resistimos negando la negación! Pero no hay que
confundir este tipo de negación. Negarnos a negar nuestras convicciones no
significa que estamos dudando o haciendo dialéctica alguna: Negarnos a negar es una meta negación, o
sea, el uso que le damos a la negación es la de rehusarnos y, cuando la
negación se vuelve tan sólo eso, es tan sólo el rechazo a conocer algo nuevo.
Preguntas
¿Qué se puede negar (¿Se puede negar todo?)? ¿Qué
tipo de negaciones existen? ¿Se afirma cuando se deja de negar? ¿Qué beneficios
tendría una doble negación? ¿Vivimos en un mundo donde la negación es
considerada como algo malo?
Negarlo es cuestionarlo by Pablo Ignacio Hernández González is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Comentarios
Publicar un comentario