De la Señora Regateo y los Argumentos que Usó para Sentirse Moralmente Bien con ella Misma

 

          Quizás lo hemos hecho un par de veces porque es una práctica frecuente cuando se compra un producto. Seguramente no nos demos cuenta de lo que significa moralmente pedir una rebaja porque, o bien está en juego nuestra conveniencia económica, o bien es aceptado como el juego común de jalar-soltar en los negocios. Nuestros argumentos que sostienen esta práctica como moralmente correcta vienen de la asunción de que, si hay un acuerdo mutuo, la práctica es moralmente correcta. Aunque este no es el único argumento, es un buen inicio para nuestra exploración ética.

Empecemos por diferenciar el descuento con el regateo. El primero sucede cuando un producto es vendido a un precio inferior al anunciado, bajo la decisión propia del vendedor. El segundo sucede cuando el comprador busca un precio inferior al ofertado por el vendedor. La diferencia más significativa se encuentra en el acuerdo que existe en el regateo, y la ausencia de éste en el descuento. Pero antes de profundizar en por qué es moralmente incorrecto regatear, debemos de desmitificar la asunción de que el acuerdo es algo moralmente correcto.

 

“Nuestros argumentos que sostienen esta práctica como moralmente correcta vienen de la asunción de que, si hay un acuerdo mutuo, la práctica es moralmente correcta”

 

                                                           Image by Pexels

Aceptamos que los acuerdos son moralmente correctos porque encontramos válida las premisas que ofrecemos para defender dicha práctica:

P1: Si X quiere lo que yo quiero, es correcto.

P2: X quiere lo que yo quiero.

C: Es correcto (lo que yo quiero).

 

A esto↑ le llamamos acuerdo, sólo basta con que ambas lo quieran. Pero la premisa 1 es una premisa falsa, porque, aunque ambas partes quieran algo, no significa que algo es moralmente correcto. Llevemos a ejemplo esta observación y descubramos si tenemos razón en pensar así. Supongamos que uno de nosotros está vendiendo una tostadora. El otro la quiere comprar. El que vende dice que basta con 200 pesos; el que compra, ofrece 100. Después de negociar un poco acordamos (acordamos) en que se venderá a 100. ¿Hay algún problema con ello? ¿Acaso hay algo de moralmente incorrecto? Creo que aquí ambos estaríamos de acuerdo en que no hay nada de moralmente incorrecto en un negocio así. Pero ambos sabemos que este es un ejemplo comparativo, por lo tanto, falta la otra parte. Supongamos nuevamente el mismo escenario. Esta vez agreguemos al contexto los siguientes detalles:

1) El tostador se vende por una urgencia (¿comprar medicinas? ¿comprar comida? ¿pagar una deuda?...).

2) El precio del tostador, por el estado en que está, es de 200 pesos.

3) Quien compra sabe el valor aproximado del tostador.

Empecemos las observaciones. ¿Cuál es la diferencia sustancial entre el primer ejemplo y el segundo ejemplo? ¿Qué tanto han cambiado nuestras consideraciones en el caso? ¿Será moralmente correcto comprar este tostador a 100 pesos sabiendo que vale más? Evidentemente, no necesitamos del detalle 1. Podemos omitirlo y aún así decir que es un caso donde hay un abuso (y es moralmente incorrecto). Intentemos explicar sus partes y unirlas posteriormente. Primero, hemos dicho lo que sucede: Que conocemos el precio real de algo. ¿Qué sucede, pues, al saber su precio? Que estamos obligados a comprar[lo] al precio real. No pudiésemos comprarlo a un precio inferior por el simple hecho de que ese no es su precio. Por lo tanto, sería un abuso comprar algo por debajo de su precio.

Hay varias cosas que podemos contra-argumentar de nuestro análisis previo. Primero, que qué es esa cosa a la que le queremos llamar ‘precio real’. Esto es sólo ambiguo si forzamos nuestro ejemplo a la anfibología. Cuando hablamos de ‘precio real’ hablamos del precio al que se compra con regularidad. En economía y el mundo de negocios hay un concepto que se llama descubrimiento de precio. Esto sucede cuando no se sabe bien el precio de una cosa y se intenta descubrir cuánto es lo que cuesta (o sea, cuánto está el consumidor dispuesto a pagar por el producto). Pero no podemos decir que el regateo es un descubrimiento de precio porque es algo a lo que ya se conoce su precio y, volver a argumentar nuevamente que las dos partes estuvieron de acuerdo es no haber logrado entender que los acuerdos no pueden ser intrínsecamente buenos porque las condiciones en que se hacen estos, la mayoría de las veces, se hacen en situación de ventaja y abuso.

 

Preguntas:

¿Es moralmente correcto pagar de más? ¿Qué sucede cuando una persona regatea sabiendo que el vendedor vende sus cosas por una urgencia económica? ¿Es moralmente correcto regatear a una persona que es sumamente rica?




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Comentarios

  1. Hablando de descubrimiento de precios...Creo que en la práctica ni eso ocurre. Baste recordar lo que dijo el presidente Obama respecto a torcer algunos brazos para lograr sus objetivos. Por otro lado, existe una gran cantidad de ejemplos de manipulación de los precios: tasas de interés, valor del oro, plata y para rematar lo que está de moda en EEUU: la falsificación del dólar.
    Mi conclusión es que en el comercio no hay descubrimiento de precios, hay una cantidad inmensa de psicópatas los cuales son impermeables a la lógica y por supuesto, a la moral.

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